Hace unos días comentábamos en un desayuno de trabajo lo curiosa que era la trama de la película In Time del año 2011. La idea central es que la gente comercia con el tiempo de un reloj biológico interno que tiene una cuenta atrás y te dice cuántos días de vida te quedan. Si llega a cero, mueres. Pero puedes comprar y ganar días de vida trabajando, robando,,,, imaginación al poder. El guión es realmente original.
La cuestión del tiempo es que creemos que tenemos más del que en realidad tenemos, y es caro, muy caro.
Este guión nos llevó a otro parecido pero a la inversa que leímos hace ya un tiempo.
En 2007 Vince Poscente publicó un libro de management que pasó sin pena ni gloria: La era de La Velocidad, Ed. Empresa Activa. Fue una pena, porque allí adelantaba ya buena parte de los síntomas y amenazas de la era de las prisas y la cuestión del tiempo. El mantra de nuestras sociedades de progreso empieza a ser reincidente: «no tengo tiempo». Pero ¿qué nos señala Vince?:
- Vendemos un tiempo personal que no tenemos para agradar a personas que en realidad no son determinantes en nuestras vidas (al menos, al observar un vida en su conjunto, no en los 2-3 años. El precio de estas micro-ventas constantes a crédito (no tenemos ese tiempo) es una bancarrota en la sensación de plenitud y bienestar personal, por eso siempre se necesita más de casi todo.
- El dinero es la nueva religión clandestina. ¿A qué te dedicarías si no necesitaras el dinero?. Un 80% de las personas ocupadas confiesan que dejarían de trabajar donde trabajan. Pocos lo reconocen, pero el dinero (y a veces asociado al poder) es lo que mueve a buena parte de la clase ejecutiva y el mundo emprendedor en esta era de la velocidad.
- La adicción al trabajo esconde vacíos personales difíciles de admitir, difíciles de digerir. El trabajo se ha impuesto como medio para decirle al mundo lo valiosos que somos. Si te va bien en lo profesional, eres alguien. Si no triunfas o no llegas donde quieres, eres un mediocre. Se difumina la linea que separa lo personal de lo profesional, y no es raro encontrarte con tu hija de 5 años sentada a tu lado en el sofá, jugando al tablet mientras su importante papá/mamá juega a salvar el mundo de su empresa.
- La empresas piden que se les entregue el alma, la mente y un considerable tiempo de vida. Quieren poner precio al tiempo de vida, y lo consiguen. ¿Cuanto dirías que vale un año de tu vida?: 15.000€, 58.000€, 119.00€ + incentivos?. La sobre-explotación camuflada (trabaja hasta el agotamiento, igual algún día te lo recompenso) del primer mundo hace que muchos jóvenes ambiciosos no se enteren de que están siendo explotados, con jornadas y horas de trabajo extras que nadie te va a pagar, y que rara vez son reconocidas, siendo más bien alrevés,, (si no lo haces, es que no vales).
- No deja de aumentar la necesidad de notoriedad, de llamar la atención o de decirle al mundo lo maravillosos que somos y cuánto sabemos. Sin duda Vince, ya sabía del poder ególatra de las redes sociales y el mundo de media-verdad que en el se muestra. Según los expertos de media dedicamos 28 minutos diarios a alimentar nuestra vida pública. Esto es de media, porque algunos destinan varias horas diarias. ¿A dónde va a parar este tiempo invertido?.
- Los nuevos ricos son las personas ricas en tiempo y relaciones de calidad (te quieren por lo que eres) vs los viejos ricos en dinero-posesiones-poder pero pobres en tiempo personal y amistades verdaderas.
Ninguna de estas claves (discutibles todas ellas por cierto) son nuevas, pero sí ocupan cada vez un espacio más grande en nuestra realidad cotidiana, y esa sí es una gran novedad. La posibilidad de un cambio brusco está siempre a la vuelta de la esquina de todo ser humano: lo imprevisto, casi siempre marca más en nuestras vidas que lo que habíamos planificado durante años. Al leer a Vince parece que viviéramos como si esto no fuera con nosotros, como si sólo le pasara a otros (como los accidentes de tráfico,, hasta que te toca). Mitad estadística mitad «lotería».
Dependiendo del día, o de la semana del mes, uno se puede identificar más o menos con estas erupciones de comportamiento social. Puede que te remueva en tu silla el leer estas afirmaciones o puede que te veas identificado en alguna (o todas) de ellas. Lo cierto es que los estudios (hay uno para casi cualquier cosa que se quiera defender en la vida) dicen que vamos por aquí.
A algunos, les ha llegado la hora de tomar cartas en el asunto.