¿Sabes que el trabajo mata al año a tantas personas como dos desastres del 11 de Septiembre cada día?.  ¿Sabes que en la actualidad el tiempo libre está secuestrado por el status y el materialismo?. ¿Somos lo que trabajamos?. ¿Somos porque trabajamos?. ¿Te transformas en lo que eres o eres en lo que te transformas?. ¿Por qué el trabajo es una tortura para tantas personas?. ¿Por qué enfermamos los lunes?. ¿Si el trabajo dignifica porqué nos hace enfermar y morir tanto?. Después de haber sido expulsados del paraíso pasamos de no trabajar a trabajar para vivir e incluso a vivir para trabajar.

La vida en sí misma es un trabajo; el trabajo de la vida. ¿Cuántas cosas hay que hacer para vivir?. Depende de en la cultura en la que hayas nacido y de la cultura que hayas bebido. En la cultura cristiana el sufrimiento está presente como tema transversal en casi todo. Etimológicamente el término trabajo proviene del vocablo latino “tripalium”, instrumento construido por tres palos que se empleaba para inmovilizar a los animales de carga con el objetivo de poder colocarles las herraduras y al mismo tiempo, ese yugo era utilizado para torturar a los esclavos que no querían trabajar y servía para inmovilizarles en una postura muy forzada.

Buffff… Con este panorama mejor trabajar por cuenta propia. Pues aquí también encontramos sufrimiento. La palabra negocio proviene del vocablo latino “Neg-otium”, es decir negación del ocio, lo cual nos deja otro legado nada agradable ni halagüeño. ¿Entonces tener un negocio propio es un mal negocio?

¿Te imaginas tener un año de vacaciones cada seis trabajados? Hablamos del año de la liberación en la cultura hebrea. Su origen se remonta a milenios atrás cuando los hebreos se tomaban el séptimo año de la cosecha para el descanso. Una costumbre agrícola que dejaba la tierra sin trabajar para su reposición. ¡Menudo barbecho humano!

Lo más cercano que conocemos en nuestra cultura es un fenómeno conocido como “San Lunes”, que consistía en alargar el descanso dominical hasta el lunes. Esta práctica se realizaba en el siglo XVII y pervive durante el siglo XVIII, hasta que desaparece en el siglo XIX por culpa de la industrialización.

Un proverbio árabe nos dice que los occidentales tienen reloj y los orientales poseen el tiempo. Los primeros relojes mecánicos (siglo XIII) son de una sola aguja, pues sólo marcaban las horas. La manecilla de los minutos se añade a partir del siglo XIV y la manecilla de los segundos aparece en el siglo XVIII, en paralelo al desarrollo industrial que impondrá el tiempo industrial por encima de los ciclos naturales. ¡Esto explica parte del estrés ancestral que llevamos de herencia!

Sin duda desde que fuimos expulsados del “Paraíso” hemos ido de mal en peor. Lo único que nos queda de aquella época son las “siestas”. Gran invento mediterráneo que está conquistando a las civilizaciones más eficientes del planeta. Su axioma es: Cuando no sepas que hacer… échate una siesta. Destacaremos dos corrientes. La de D. Camilo José Cela (con pijama y orinal) y la de D. Salvador Dalí (con una cuchara que cuando ésta se le caía de la mano al suelo significaba que debía de despertar). La primera podía durar horas y la segunda minutos.

Hoy conocemos los beneficios para la salud de permanecer en un estado hipnagógico, medio despierto: duermevela. Ayuda mentalmente a surfear el día ola a ola (nos hemos permitido la licencia de quitarle la hache y sustituir la erre por una ele para darle un guiño más poético al texto). La siesta es la versión más fácil y cómoda de la meditación tradicional.

El ocio ha sido mal interpretado, mal usado e incluso mal intencionado para algunas religiones al considerarlo pecaminoso. Su vocablo inglés “Leisure” proviene del latín “licere” que significa literalmente “estar permitido” ¿Te permitirías estar de vacaciones todos los días? Dicen que cuando llevas una vida ociosa no necesitas escaparte de ningún trabajo y que el que trabaja en lo que no ama se pasará todo el tiempo desocupado y el pan que gane será un pan envenenado. “Nunquam se minus otiosum esse, quam cum otiosus, nec minus solum, quam cum solus esset” (Cicerón). Nunca estaba menos ocioso que cuando estaba ocioso, /ni más acompañado que cuando estaba solo.

¿Haces realmente lo que te apetece?. ¿Disfrutas y te diviertes trabajando?. ¿Te has llegado a plantear que el trabajo bien entendido puede llegar a ser más divertido que la propia diversión?. Cuando hay amor y humor en el trabajo no hay cansancio porque aprendemos a poner poleas al trabajo para que el esfuerzo se transforme en entretenimiento.

Por supuesto que necesitamos unos básicos. Hablamos de autonomía, control, libertad, conciliación, seguridad, liderazgo, recompensas… (económicas, emocionales e intelectuales), es decir, crear las condiciones para convivir en un entorno laboral con otras personas. De la misma manera que con dinero compras una casa y con valores construyes un hogar en el trabajo hay que hacer algo similar. Dejemos de ser mercenarios y cambiemos los escenarios. Victor Frankl decía que cuando una situación es buena hay que disfrutarla. Si la situación es mala hay que transformarla y cuando la situación no se puede transformar lo que debemos de hacer es transformarnos nosotros.

Al fin y al cabo ¿Qué es convivir? Con y vivir. Vivir con. Recurrir a la etimología nos lleva al origen de las palabras, a su esencia. Convivir deriva de la palabra latina “Convivium” y significa fiesta, diversión o banquete. ¿Interesante verdad?

Así pues trata de CONVIVIR saludablemente y honorablemente tanto en tu hogar como en tu trabajo, tanto con tus vecinos como con tus parientes, tanto con tus amigos como con tus enemigos, tanto con los conocidos como con los desconocidos, tanto con tu competencia como con tus socios y sobre todo, sobre todo, CONTIGO MISMO/A. ¡¡Te aseguramos que no te faltará trabajo!!