¿Somos tan civilizados como aparentamos?. Nuestro cerebro reptiliano nos recuerda lo primitivos que podemos llegar a ser a pesar de haber demostrado evolutivamente todo nuestro potencial de inteligencia.
Otra cosa bien distinta es nuestra sabiduría. Sabiduría viene de “sabor”. En este caso sabor por el conocimiento, sabor por el saber, sabor por ser sabroso para con quien te relacionas. A pesar de estar diseñados para “sentir” acabamos por “asentir” y cuando más humanos y cercanos debiéramos ser más barreras, (políticas, sociales, ideológicas, culturales y económicas), nos separan incapaces de superar nuestras diferencias en un planeta donde parafrasenado al poeta árabe del siglo XI, Abul l-Salt ibn Umayya al-Dani, “si mi origen es el polvo (y nosotros añadimos que también nuestro destino) cada país es el mío, y los mundos, mis parientes”.
¿Entonces para qué nos sirve estudiar a nuestros ancestros?. ¿Qué podemos aprender de las distintas civilizaciones en la historia? ¿Cuándo dejaremos de poner números al mundo en el que vivimos? ¿Realmente somos tan diferentes?.
¡Aspiremos a ser imperfectos!. Hay dos formas de conocer los defectos del otro: casándote con él/ella o trabajando bajo sus órdenes. El equilibrio reside en encontrar formas razonables de convivir con las imperfecciones razonables de los demás. ¿Qué hubiera sido de nosotros como pobladores del planeta azul si hubiéramos sido perfectos, inmaculados e impolutos?. Mejor no pensemos en ello pues acabaremos ahogándonos con tanta soberbia.
¿Entonces por qué somos tan altivos cuando debiéramos ser más activos? ¿Por qué seguimos buscando fuera lo que debemos de descubrir dentro? ¿Por qué nos matamos por nuestros ideales cuando debiéramos amarnos por nuestras ideas?. Sencillamente porque no aceptamos nuestras imperfecciones. Ni siquiera el globo terráqueo tiene una forma circularmente perfecta, más bien tiene una forma de huevo abollado por los polos, excepto para los “terraplanistas” que lo ven todo desde una posición más “llana”.
Hemos aprendido atávicamente a ver los peligros y a negociar los riesgos. Quién no aprenda a despedirse de su pasado no se permitirá asumir riesgos, hipotecando su futuro de manera negligente y peligrosa. Quien quiera controlarlo todo acabará descontroladamente. Lo controlable nunca es totalmente real y lo real nunca es totalmente controlable. En el caos no hay error. Puede haber horror.
Bueno… bueno… ¿Eres CEO? También podrías ser COO, CFO, CIO, CTO, CMO, CSO, CLO, CCO. ¿Tantas cosas podemos ser? Pero ser, ser… ¿qué somos? ¡¡UN SER CON A(L)MA QUE AMA!.
Es imperativo pensar de otro modo porque si todo el mundo piensa lo mismo, y nadie está pensando diferente, se acabará por dejar de pensar definitivamente.
El que trabaja en algo que no ama y/o no se involucra en cuerpo y alma en lo que hace, su trabajo es aparentar trabajar manteniéndose muy ocupado estando desocupado, mientras deja ocupados a otros con sus preocupaciones. Por eso te proponemos un “nuevo sistema operativo”:
El SOULWARE.
La programación utilizada para el Soulware es el “PERSONA – HAZ – GO!”, que se diseñará e implementará de manera personalizada en función de cada contexto. Esta aplicación reiniciará todos los procesos y los protocolos de trabajo en entornos organizativos, dotando de más humanidad, humildad y humor a las relaciones con y en el trabajo en Equipo.
Estos son sus parámetros:
• De lo magistral a lo terrenal.
Las lecciones ya no sirven. Tal y como decía el Papa Francisco, un buen pastor debe oler a oveja. La mejor teoría es una buena práctica. Tener toma de tierra nos mantiene cerca de la realidad sin tener que cavar hoyos para poner palos. Para probar hay que experimentar. Menos técnica y táctica y más dinámica.
• De analizar a emocionar.
Estamos rodeados de datos que son el resultado de datos, que nos llevan a otros datos, que se acumulan en nuestras hojas de cálculo para ser analizadas. Para cambiar los números primero hay que cambiar las emociones. Menos balances y más avances.
• De interpretar a compartir.
Tenemos sobrada capacidad cognitiva para deducir, quizás demasiada. Nos adentramos en territorios donde la capacidad de compartir será más determinante que la capacidad de inferir o proceder.
• De la estructura a la locura.
Tal y como nos decía Miguel de Unamuno, la locura, la verdadera locura nos está haciendo mucha falta, a ver si nos cura de esta peste del sentido común, que nos tiene a cada uno ahogado el propio.
• De las normas a la nobleza.
En la antigua Grecia pensaban que lo bueno, lo sano y lo bello debían de cohabitar en el mismo altar. Las personas y organizaciones que no tengan principios, solo les quedarán finales.
• De los recursos a las personas.
Alta tecnología, alto contacto. Las personas no son un recurso para un concurso, sino un discurso que sirva de transcurso a un nuevo curso.
• De los protocolos a las obviedades.
A veces lo más sencillo es lo más útil y la explicación más sencilla la más probable. El ser humano es el único animal capaz de complicarse la vida.
• De la somnolencia a la eficiencia.
Pasamos un tercio de nuestra vida dormidos (literal y metafóricamente), otro tercio dirigidos y un tercer tercio ausentes antes de darnos cuenta que lo importante no es llegar primero sino saber llegar y una vez allí saber mantenerse saludablemente.
• De las prisas a las brisas.
Darse un respiro para respirar y detenerse es necesario para vestirse lento porque hay prisa. El silencio puede ayudar a gozar siempre que hayamos aprendido a restar.
• De la renovación a la innovación.
Pasamos del creer al crear. Del conectar (redes) a cuidar (comunidades). De la aldea global a la proximidad local. De las intenciones a las acciones. De encontrar a buscar. Del crecimiento a la sostenibilidad. De la rentabilidad a la utilidad. Del diseño a la usabilidad.
• De silos a módulos.
Los compartimentos estancos llevan a barrancos. Es en los módulos donde podemos agregar nuestros mejores títulos en forma de rótulos para crecer creando y crear creciendo.
• De alumnos a maestros.
El alumno/a aparece cuando el maestro está preparado. El buen maestro no quiere alumnos. No quiere seguidores. Quiere que cada cual sea libre pensador y que se siga a sí mismo. Más eruditos (locos genuinos curiosos por conocer) y menos expertos (filisteos del exagerado estudio personalizado). Menos influencers y gurús y más menús sin tabús.
• De hablar a escuchar.
Cuando todo el mundo habla, ¿quién escucha? Cuando nos habituamos al ruido, ¿quién lo oye?. Cuando los cuentos son historias interminables, ¿quién aguanta?. ¿Cuándo queremos que nos escuchen? La respuesta es: siempre.
• De atender a prestar atención.
No es lo mismo estar en el presente que estar presente, del mismo modo que hay dos tipos de personas; los que están en el mundo y los que están sobre el mundo. Una nueva forma de vivir ha venido para quedarse.
• De ser mejor a ser bueno.
¿De qué sirve ser el mejor si no sirves?. El que vive para servir no sirve para vivir. Como decía Walt Disney es bueno ser importante pero es más importante ser bueno. Quién seas y cómo seas determinará lo que hagas. Más no siempre es mejor.
• De las relaciones epidérmicas a las relaciones térmicas.
Quién colecciona amigos solo puede aspirar a relaciones superficiales. Quién cultiva amistades no le importa ni las ciudades ni las edades, tan solo las bondades.
• De la libertad vigilada a la libertad privada.
Tu vida en manos de algoritmos. Tu destino en manos de buscadores. Tu imagen en manos de las redes sociales. Tu trabajo invadiendo tu vida privada, siendo privado de la libertad, para partirte por la mitad apelando a tu voluntad. ¿Tu vida es tuya, te pertenece?.
• De lo selectivo a lo selecto.
Dejar de ser clasistas para ser unos artistas. Abandonar lo electivo para pasar a lo colectivo. En lo que respecta a lo lectivo que sea más vivo. Brillar por elegante y excelente sin dejar de ser una persona corriente.
• Del instinto de supervivencia al instinto colectivo.
No estamos solos aunque algunos se comportan como si lo estuviesen. No se consiguen logros duraderos solos aunque algunos se lo crean. No nos podemos salvar solos aunque algunos se atrincheren en sus habitaciones del pánico. No podemos evolucionar solos aunque algunos se empeñen en hacer las cosas a su manera.
• De la I.S.C a la R.S.C 2.0.
No todo vale para mantener los índices bursátiles. No todo debe hacerse como maquillaje para ocultar o minimizar ciertas conductas empresariales, enfocadas a la rentabilidad y el bienestar de un conjunto de accionistas. Debemos abandonar comportamientos y actitudes de Irresponsabilidad Social Corporativa a una Responsabilidad Social Corporativa más preparada para revertir, prevenir o erradicar problemas que para recaudar fondos como alternativa para resolver esos problemas. Menos marketing social y más acción social.