La motivación es el gran motor de nuestra vida diaria. Afrontar cada uno de nuestros días como un reto ilusionante a superar, cargado de nuevas experiencias y de oportunidades nos hace afrontar la vida desde una actitud positiva y proactiva.
La motivación es necesaria para superar los obstáculos diarios, para levantarnos una y otra vez, puesto que nos mueve a conseguir nuestros objetivos. Sin embargo, una rutina agotadora o aburrida, falta de objetivos y exceso de estrés, nos conducen hacia la pérdida de esta fuerza motriz.
La vida tiene sus etapas, sus subidas y sus bajadas, y podemos experimentarlo tanto nosotros mismos como percibirlo en nuestro círculo más cercano. La desmotivación es una sensación que podemos vivir cualquiera de nosotros y hemos de saber que, de la misma forma que llega, también puede irse.
Si somos nosotros mismos quienes atravesamos por una etapa difícil, en la que nos sentimos desmotivados, podemos automotivarnos y empezar a dar pequeños pasos para salir del estancamiento en el que nos encontramos. Dado que la motivación depende de cada uno de nosotros, el verdadero reto lo encontramos en cómo motivar a los demás.
Si tienes a tu alrededor a alguien al que le falta algo de motivación en su día a día, te damos las claves para ayudarle a recuperarla.
Escucha activa
Una persona que esté atravesando una etapa de desmotivación tiende a guardar muchos sentimientos y pensamientos dentro de sí. La apatía que caracteriza a este estado impregna, incluso, aspectos como la comunicación.
Sin embargo, habremos de animar a esta persona a que se exprese, libere su interior de pensamientos y emociones que, realmente, le lastran cada día un poco más. Además, mediante la escucha activa, favorecemos que la persona se sienta más valorada y entienda que sus problemas importan. Además, le estaremos transmitiendo que, por encima de todo, no está sola.
La escucha activa es el primer paso a la hora de ayudar a una persona que ha perdido la motivación. Nos permitirá identificar el problema para encaminar el resto de consejos en esa dirección.
Respeta los espacios
Una vez hemos comprendido el porqué de la desmotivación y hemos hecho saber, a través de la escucha activa, que cuenta con nuestro apoyo, mantendremos la distancia, respetando las necesidades de esa persona.
Lo último que queremos es agobiarle todavía más de lo que ya supone no encontrar la motivación, no tener unos objetivos definidos o no saber hacia dónde encauzar tu vida. Le habremos tendido la mano y le habremos transmitido que, en el momento lo necesite, estaremos ahí, pero siempre respetando el espacio personal de cada uno.
Empatiza y ayúdale
Esta última idea nos conduce a la capacidad tan importante de empatizar. La empatía nos permitirá, por un lado, conectar con las emociones de las personas que nos rodean y, por otro, a identificar qué necesitan y cómo podemos ayudarle de la mejor manera.
De poco sirve decirle a una persona desmotivada: “lo que deberías hacer es…” “lo mejor para ti es…” “yo sé cómo podrías animarte” o, quizá, la peor “tu problema no es para tanto”. Ese tipo de afirmaciones no conducen a ningún terreno constructivo ni ayudarán a una persona desmotivada a salir de la situación en la que se encuentra. Sustituiremos esas frases por otras como “¿qué necesitas?” “¿cómo podría ayudarte?” “¿puedo hacer algo para que te sientas mejor?”.
Vale la pena recordar que la motivación nace de uno mismo, no podemos imponer a nadie que se sienta motivado. Como buen sentimiento, nace del interior de cada uno. Por ello, también nacerá de esa persona sus necesidades y sus apetencias.
Preguntar y actuar de acuerdo a lo que una persona necesita en ese momento es ayudar de verdad.
Sé un ejemplo
La famosa frase “consejos vendo, pero para mí no tengo” es de lo más útil para explicar este punto. Lo cierto es que pasamos buena parte de nuestra vida aconsejando, sugiriendo o incluso ordenando qué debería hacer cada uno para mejorar su vida.
Sin embargo, ¿qué hay de nosotros? Deberíamos preguntarnos si la persona a la que estamos aconsejando y diciendo qué debería hacer para sentirse mejor, nos considera un referente. De no ser así, es más que probable que todos nuestros consejos caigan en saco roto.
Por ello, más que aconsejar o regañar, conviértete en el ejemplo a seguir. Si tomamos el camino hacia el cual nos convertimos en mejores personas, más apasionadas, positivas e ilusionadas, la otra persona se contagiará de esa energía y querrá sentirse como tú te sientes.
Si bien es cierto que, es mucho más fácil y rápido lanzar unos consejos, esta manera de afrontar la situación – y la vida – es mucho más poderosa y efectiva.
Ensalzar los logros
En caso de compartir tu trabajo con una persona que está pasando por una época de desmotivación, haz énfasis en su eficiencia o la importancia de su rol dentro del equipo de trabajo.
Recordar situaciones en las que esa persona fue un auténtico salvavidas o, simplemente, desde una perspectiva de equipo cohesionado, que todos y cada uno de vosotros sois igual de importantes para hacer que la empresa funcione.
Una persona que experimenta un sentimiento de pertenencia a un grupo, tiende a sentirse motivada, porque entiende su importancia y su papel.
No abusar de frases motivadoras
Porque menos, es más, incluso en este tipo de situaciones. La sobrecarga de frases motivadoras como “vas a poder con esto”, “verás como lo logras”, “eres capaz de todo”, además de ser poco efectivas, puesto que una persona desmotivada rara vez se siente identificada con ellas cuando está atravesando esa situación, pueden ser, incluso, contraproducentes.
La motivación excesiva y constante va perdiendo eficacia con el paso del tiempo. La repetición mecánica de las frases mencionadas anteriormente, o similares, no van a producir un cambio profundo en la persona.
Los cambios se producen cuando nos sentimos identificados, pues nos mueven a actuar. En caso de emplear frases motivadoras, dado que no son universalmente válidas, adáptalas a la personalidad de aquel a quien se las dirijas, para que generen un estimulo real y efectivo.