¿Si el saber de la humanidad se duplica cada 5 años, porqué somos cada vez más tontos?. ¿Usamos la tecnología o la tecnología nos usa a nosotros?.

Vivimos dependiendo más de los teléfonos inteligentes que de las personas inteligentes. Tener acceso directo a la información no significa tener conocimiento inmediato. Mucha información no es sinónimo de mucha experiencia. La sabiduría no se puede transferir, tan sólo “transmutar” y/o “descubrir”.

Corremos el peligro de perder el valor humano y todo un conjunto de valores adicionales. Ese es el precio de la tecnología. Una tecnología desvinculada de la consciencia. Una tecnología aséptica, robótica y dogmática que impera en el mundo de la razón aunque no tenga razón. Nuestro futuro está ligado a los “algoritmos” y la “Inteligencia Artificial”. Dentro de muy poco los portales de búsqueda sabrán más de nosotros que nosotros mismos y serán capaces de hacernos nuestro “perfil” y saber con antelación cómo vamos a responder, quienes somos y qué debemos de hacer.

Estamos llegando a un punto en el que el reto y el lujo futuro será poder estar “desconectado”, aunque lo imperante, hoy por hoy, es pertenecer y permanecer en esa “red omnisciente” pues no estar en ella es como no existir, estar muerto en un mundo de conexiones infinitas. Es tal la obsesión que si la conexión se interrumpe unos minutos nuestras ansiedades se disparan. Estamos cediendo nuestra privacidad para hacerla “viral”. Publicamos todo lo que hacemos… TODO. La máxima es: “si experimentas algo, regístralo. Si registras algo, súbelo. Si subes algo, compártelo”. Luego nos quejamos de no poder tener ni siquiera un minuto de tranquilidad.

En un mundo sin límites, sin barreras, sin fronteras, sin censuras, donde todo se comparte ¿Cómo se controla a la “masa crítica”? En el siglo XXI esto se consigue avasallando a esa masa con información irrelevante y en grandes cantidades, para que no se sepa a qué debemos prestar atención, cayendo en la trampa de usar el tiempo útil en asuntos secundarios.

Hace setenta mil años, la revolución cognitiva transformó el mundo, hoy la revolución tecnológica cambiará al ser humano. Los defensores del “tecnohumanismo” sostienen que unos pocos cambios en el genoma humano y otras re-conexiones cerebrales pondrán en marcha una segunda revolución cognitiva. Entraremos en la era de los “SUPERHUMANOS”: la ingeniería genética, la nanotecnología, los interfaces cerebro-ordenador…

Si en la Europa Mediaval la fórmula para el SABER era: CONOCIMIENTO=ESCRITURA X LÓGICA, en la Revolución Científica: CONOCIMIENTO=DATOS EMPÍRICOS X MATEMÁTICAS, en estos tiempos en los que nos toca vivir… la alternativa es: CONOCIMIENTO=EXPERIENCIAS X SENSIBILIDAD. Las EXPERIENCIAS no son átomos ni números. Son experiencias subjetivas que incluyen tres ingredientes: sensaciones, emociones y pensamientos. La SENSIBILIDAD es el modo en el que prestamos atención a esos tres ingredientes, para que influyan en nosotros mismos.

Afortunadamente para la humanidad en la historia y para la historia de la humanidad, no nacemos con una conciencia y consciencia preparada y por eso dependerá de nosotros/as tener UN CEREBRO ORDENADO U ORDENARNOS NUESTRO CEREBRO.

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