¿En serio? ¿Se puede comprar la motivación? ¿Cuánto vale? ¿Se puede desgravar? ¿Cómo se fabrica? ¿Quién la produce? ¿Es para todos los públicos? ¿Se vende por demanda? ¿Tiene periodo de caducidad?
Cuantas preguntas ¿verdad? ¿Te interesa saber el origen y evolución de la motivación? Entonces puedes seguir leyendo. En caso contrario te invito a que te comas un helado de tu sabor preferido. También puedes hacer cualquier otra cosa que realmente te apetezca. Lo importante es que te lo disfrutes.
He ahí la cuestión. ¿Cuánto tiempo disfrutas de disfrutar lo que haces? A diferencia de los niños que son autotélicos, nosotros los adultos necesitamos justificar nuestra inteligencia siendo simbólicos.
El adulto del mañana es aquel que sin perder el niño que lleva dentro se permite jugar con la vida hoy. La vida es un gran patio de colegio donde se nos permite jugar. Si no juegas con la vida la vida acabará jugando contigo.
Estamos programados para ser hiperactivos, dinámicos, exploradores y soñadores. ¿Conoces algún niño/a de entre 1 y 8 años pasivo, que no tome iniciativas y que no curiosee? Estamos diseñados para “cre-ser”.
Con el tiempo nos hacemos adultos y acabamos “adulterándonos”.Perdemos la curiosidad, la diversión, la espontaneidad, la naturalidad y el atrevimiento. Cada vez sabemos más cosas que paradójicamente nos impiden hacer otras debido a nuestros enjuiciamientos.
Todos los seres humanos somos emprendedores. Lo llevamos en nuestro código genético. Cuando vivíamos en cuevas a pesar de todos los peligros que nos acechaban siempre salíamos a por comida. ¿Qué nos ha pasado?
Nos hemos acomodado, acondicionado y amordazado a nosotros mismos/as tras la figura del “homo deus sapiens”. El egoísmo, la competitividad y la cuenta de resultados son nuestros credos. La rentabilidad ha pasado a dirigirlo todo a cualquier precio.
Hemos evolucionado hasta las cuotas más altas de estupidez dejando de vivir para aprender a sobrevivir. Deberíamos pararnos a reflexionar algunas preguntas vitales: ¿Cómo organizamos lo que hacemos? ¿Cómo pensamos sobre lo que hacemos? ¿Cómo hacemos lo que hacemos?
¿El dinero motiva? Sí y no. Con el dinero pagas las facturas y por lo tanto tienes motivos para trabajar. Una vez cubiertas tus necesidades la tendencia es a aburguesarse.
¿El trabajo motiva? Sí y no. Una cosa es trabajar para vivir y otra vivir para trabajar. Un trabajo nada tiene que ver con un empleo. Con el tiempo nos ocupamos más por asegurar nuestros puestos que por hacer trabajos significativos.
¿Tener objetivos motiva? Sí y no. Hemos aprendido a vivir a corto plazo. La inmediatez es la nueva sensatez. Cada vez somos más impacientes y no soportamos las esperas de vernos recompensados a largo plazo y junto a la baja tolerancia a la frustración nos encaminamos a un “Carpe Diem” sin remisión.
¿Las circunstancias motivan? Sí y no. Lo que para uno son excusas para otro son razones. Lo que para uno son rutinas para otro son protocolos. Lo que para uno son problemas para otro son oportunidades.
¿Los jefes motivan? Sí y no. Hay jefes, jefecillos, plumas rojas y personas que inspiran. Tendrás que aprender a espirar para no expirar, es decir que tendrás que aprender a soltar para no cargar con más peso del debido y/o recomendado cuando jefes o ambientes tóxicos quieran rodearte con sus brazos.
¿Entonces qué podemos hacer? Para empezar no esperes que nadie te motive pues sólo conseguirás crearte tus propias dependencias para luego justificar tus derrotas.
Para continuar puedes buscar las “tresp’s” del propósito, tu razón de ser y/o existir, tu “para qué” haces las cosas y tengas buenos “por qué” y de ese modo los “cómo” aparezcan en tu camino: el Placer, la Pasión y la Priorización. La palabra motivación tiene una raíz latina: “motivus” que significa literalmente movimiento. Esto quiere decir que si hay movimiento y hay calor entonces hay vida si no te convertirás en un Zombi más y lo peor de todo es que ni te darás cuenta.
Para seguir puedes evaluar tus niveles de compromiso porque lo que acabes creyendo será lo que acabarás consiguiendo. Pero creer no es suficiente y aunque puede haber esperanza sin fe no puede haber fe sin esperanza, son necesarias ciertas dosis de voluntad concentrada, congruente, coherente y enfocada para que los milagros sucedan.
Para acabar puedes sentirte orgulloso sin caer en ser vanidoso de ser un auténtico y genuino p-r-o-f-e-s-i-o-n-a-l. Un profesional es aquella persona que hace las cosas tan fáciles que viéndolas desde fuera cualquiera se atrevería a hacerlas, hasta que te das cuenta que no es que sea fácil aquello que hace sino que lo hace fácil. Eso requiere tiempo, templanza y mucha ternura.
Pero los profesionales también son humanos. Se cansan y a veces no tienen ganas pero son capaces de hacer las cosas que les gustan incluso en los días que no les apetece hacerlas.
Para cerrar dejarte con una reflexión final. Es importante crear vínculos, relacionarte, hacer“compañía”. La palabra compañía deriva de los términos latinos cum y paneque significan compartir el pan.
¿Ya has pensado con quién lo quieres compartir? Nosotros SÍ. Lo queremos compartir CONTIGO.