¿En qué era crees que estamos?. Dependerá del número y la letra: ¿En la del Marketing 4.0?, ¿En la industrial 5.0? ¿En la de la revolución del 3D? ¿Del 5G? En realidad estamos más cerca de la edad de piedra de lo que creemos. ¿Qué pasaría si se fuera la luz y no hubiera forma alguna de volverla a generar?
Podría suponer un auténtico caos. Llevamos tanto tiempo disfrutando de todo lo imaginable que resultaría increíble pensar que de un “plumazo” volviéramos de nuevo a la Edad de Piedra. ¿Nuestra inteligencia nos ha hecho listos o tontos? ¿Hábiles o dependientes? ¿Innovadores o comodones? ¿Humanos o inhumanos?
Miramos al cielo y podemos ver estrellas, planetas y soles prácticamente desde el mismo salón de nuestras casas, mientras somos incapaces de vernos el ombligo y menos otros ombligos. Destinamos miles de millones de dinero para crear asentamientos en Marte mientras desatendemos nuestras necesidades en la tierra. ¿Será cierto que la verdad sigue estando ahí fuera como Mulder le repetía como letanía a Scully en Expediente X?
¿Cómo vamos a evolucionar como personas si como individuos involucionamos? ¿Los coches autónomos serán compatibles con las personas autómatas? ¿Cómo vamos a crear comunidades inteligentes sin principios ni valores? ¿Qué legado dejaremos si abandonamos la sostenibilidad por la rentabilidad? ¿Qué futuro nos espera si no somos capaces de reposar el presente? ¿Es lo mismo la buena vida que la vida buena? ¿Qué es mejor vivir más años o vivir mejor?
300.000 mil años nos separan desde entonces y para nosotros es como si hubiéramos recorrido nuestra historia humana, a la mismísima velocidad de la luz, hasta llegar donde nos encontramos en la actualidad. ¿De qué sirve evolucionar sin aprendizaje? ¿Puede haber evolución sin revolución? Hemos pasado de cazadores-recolectores a taxistas de drones por nuestro cerebro pero ahora es el momento de usar también el corazón.
¿Qué se espera de nosotros como colectivo en la era espacial? ¿Vivir como en Blade Runner o Minority Report o Robocop? Quizás algo más simple. En la era espacial se espera de nosotros algo especial. Y acaso ¿no hemos sido especiales como especie desde nuestros orígenes? Por supuesto que Sí pero hemos acabado confundiendo ser especiales con ser supremacistas, ser especiales con ser arrogantes, ser especiales con ser estúpidos, ser especiales con ser poderosos.
Descubrir otros mundos o hacer habitables otros planetas solo serán parches mientras no seamos capaces de replantearnos nuestros 5 principales saberes: saber ser, saber, estar, saber decir, saber hacer y saber compartir y por este orden. Si no eres, no existes. Como no existes no comentas. Como no comentas nada aportas y sin aportar nada importa.
El modo en el que vivimos, en el que nos relacionamos, en el que trabajamos, en el que aprendemos, en el que priorizamos las cosas será el fruto no del futuro sino del presente. El futuro es el sumatorio infinito de un hoy tras otro, de un presente indicativo que nos invita a activar nuestra magia humana, a través de tres potentes ordenadores cuánticos que trabajando interconectados crearán la I.H.C.(Inteligencia Humana Conectada)
Esta I.H.C. se alimentará de la capacidad para asombrarnos, la curiosidad, la espontaneidad, la capacidad de observación y atención plena, el sentido del humor y la diversión, produciendo una Inteligencia Colaborativa donde el futuro del trabajo pasa por el trabajo del futuro donde el sentido del trabajo será tener un trabajo con sentido; ¡No consentido!
Estos tres ordenadores cuánticos serán el cerebro que se encargará de la inteligencia, la fuerza, la coordinación, la resolución, la voluntad, los recursos y la pericia, el otro será el corazón que tendrá bajo su mando el compromiso, la pasión, los propósitos, la cooperación, el amor, la humildad, la generosidad, la gratitud y la empatía y el tercero son los intestinos encargados de las emociones, las intuiciones, sensaciones, la templanza, la paz y los impulsos.
Esto significa que pensamos con todo el cuerpo y que debemos de aprender a trabajar con el cerebro, practicar con el cuerpo y vivir con el corazón y sentir con los intestinos de manera holística. De este modo, la madurez acompaña a la evolución. La evolución es la copilota de la vida. La vida pilota un destino y nuestro destino como seres humanos conectados es ser “astros-nautas”: Navegadores estelares en el espacio interior porque viene a ser lo más parecido al espacio exterior. ¿Sabías que tenemos el mismo número de neuronas que estrellas en la galaxia donde residimos?
¡Buen viaje!